5 de junio de 2010

¿CRUZ?

Pocas veces antes se había logrado tal mancomunidad sonora. Fue una combinación perfecta de sorpresa, desconcierto, furia. En un alto porcentaje el violento sonido fue acompañado por evidentes gestos de disconformidad. El intercambio de miradas fue inmediato. Todos buscaban una explicación ante tamaño acontecimiento. El día en que todo un país se unió en un solo grito: “¿¿¿¡¡¡CRUZ!!!???“. Argentina ganaba uno a cero. Alemania, el local se mostraba impotente ante el dominio territorial al que era sometido. Riquelme, fatigado, ya no estaba. Había ingresado Cambiasso. Franco ya ocupaba el arco por el lesionado Abbondanzieri. Crespo sintió molestias y avisó al banco. Este le dio crédito a sus malestar. Todos daban por hecho lo que se suponía inevitable. Los que miraban desde la tribuna, los que lo hacían a miles de kilómetros, los que escuchaban por la radio en un taxi. Todos suponían que Messi entraría para hacer dupla con Tévez. Tener la pelota, enloquecer a los defensores alemanes hasta inducirlos a la patada que se convertiría en roja. Se esperaba un contrataque fugaz. Una rápida pared que decretara el 2 a 0 consagratorio de Lionel y el pase a semifinales. Pero no. El país lo veía por TV y no lo creía. Esa espalda que se observaba al lado del cuarto árbtitro era demasiada esbelta para ser la Pulga. Salió Crespo, ingresó Cruz. ¿Fue una decisión fríamente calculada o un error? ¿Habrá sido un segundo de distracción que costaría caro, muy caro? Luego del cambio Hugo Tocalli algo le dijo a José. Su cara se transformó, su gesto se volvió incrédulo. Su colaborador, sorprendido, algo le marcaba y a la vez le recriminaba. José se quedó tieso. ¿No se había dado cuenta que se quedaba sin cambios? ¿Que la nueva estrella no ingresaría hasta el próximo mundial? Dio la sensación que la sorpresiva salida de Abbondanzieri lo descolocó. Fueron 5 minutos de desconcierto. Argentina se quedo sin el Pato, Riquelme y Crespo. Messi en el banco. Alemania logró lo que no podía. Consiguió la pelota y fue a buscar el empate. Sabía que él no estaba para la contra. Empató Klose. De allí hasta el final volvió a dominar la Argentina pero le faltó la tan necesaria profundidad. Le faltó Messi. Lehmann, sin mucha actividad durante el encuentro, se reservó el papel protagónico para los penales. Argentina se quedó sin la chance de una semifinal pareja, cerrada y con victoria en el último minuto ante Italia. No pudo ser. Una final con muchos goles en un partido abierto contra Francia también quedó para otra oportunidad. Para cuando la historia nos vuelva a invitar.

Mientras el imponente Jardinero no pudo marcar diferencias en el césped, Lionel, más parecido a un enano de jardín estéticamente inútil, se quedó en el banco cortando el pasto con sus manos. Miraba hacia los costados, desentendido. No observaba el partido. En su interior, se reprimía un grito. Una pregunta. Una exclamación. “¿¿¿¡¡¡CRUZ!!!???".

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